martes, 7 de abril de 2009

LA PRIMERA VEZ

Pasaban los días, lo tenia preparado o creía tenerlo, iba a ser el próximo domingo, ya había tomado la decisión, si, seria ahora, ya.

Desde siempre les había hablado de lo bonito que era, de lo bien que se estaba y lo que se disfrutaba. Pero ahora era el momento de que ellas lo comprobaran. Temía y deseaba que llegara, las horas pasaban, lentas a veces, volando otras, y yo conforme se acercaba dudaba, ¿seria pronto?, igual son pequeñas todavía, me decía buscando una excusa a una posible negativa.

Me decidí, ellas siempre me preguntaban al verme salir y cuando regresaba, eso es porque desean venir conmigo, pensaba intentado convencerme de que querían acompañarme. Si, quieren venir conmigo, yo con su edad ya acompañaba a mi padre. Pero claro, ellas son niñas y no es lo mismo. Y dudaba, y entre mi deseo de ir a mi santuario acompañado de las dos personas que más quiero y la decepción que sería que estas no quisieran acompañarme o peor aún, que acompañándome no les gustara lo que iban a ver y ya no lo hicieran mas, opté por intentar satisfacer mi deseo.



Era jueves, y jugando con ellas lo propuse como premio, en realidad el premio sería para mí, y sorpresa agradable, lo aceptaron con ilusión y alegría. De que las dos ganaran el premio ya me encargaría yo, total, solo se trataba de jugar a algo donde ganaran las dos. Y el que en realidad había ganado era yo, habían aceptado venir, acompañarme, y locas de contentas fueron a comentárselo a su madre, quien sorprendida y dudosa de la oportunidad del premio, me interrogo con la mirada ¿estaba seguro de lo que hacia?, no le respondí, pero ella al ver mis ojos supo la respuesta.

Cada noche, al acostarlas, me recordaban lo prometido y yo orgulloso de su ansiedad porque llegara el día, y de ver cumplido mi sueño, sonreía satisfecho.



Llego el día, se aproximaba la hora de salir, hoy saldré antes me dije. Lentamente pasaba el tiempo, y por fin las tres de la tarde. Venga, nos vamos, las mochilas que nos vamos. Veamos si esta todo antes de salir, a ver, bocadillo, zumo, chuches y por supuesto que no falte nuestra bandera, ¿la que nos regalaron, papa? Si hija si, la del centenario.

Ya en el coche y como cada día para ir al colegio, el himno, el nuestro, el del arrebato y los tres cantando. Recuerdo que nunca se me había echo tan largo el camino. Papa, papa, nosotras entramos con nuestro carnet igual que tu. El estadio estaba mas bonito que nunca, banderas carmesí poblaban las gradas, los cánticos, de nuevo el himno del arrebato, y yo, que solo con mirarlas me sentía el hombre mas feliz del mundo. Nos sentamos, y no paraban, cantaban con los biris, cantaban el himno, ondeaban sus banderas como todos, como disfrutaban. Ahora comprendía como se sintió mi padre cuando me llevó la primera vez.

De vuelta a casa, ellas dormidas en el coche con sus banderas por encima y con sus caritas felices, no pude evitar que se me escaparan algunas lágrimas.



No recuerdo el resultado del partido, o quizás si, fue ese partido en el que el Sevilla me hizo muy feliz.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mis más sinceras felicitaciones. Tanto a tí como a tus dos maravillosas hijas, que, sin conocerlas se que serán igual o más sevillistas que su padre.
Que ya es un decir ¿eh?.
Por estos sentimientos, por estas personas, por tantas y tantos detalles con los que te late más fuerte el corazón, con todo eso y una mijita de sangre, una mijita de cal y unas personas como vosotros; por todo esto es grande nuestro equipo y no por sus títulos.

Viva el Sevilla.

Eustaquio.